Rezar el Rosario trae múltiples beneficios para el alma
porque así lo ha prometido la Virgen. Cuando la Virgen se le apareció al Beato
Alan de la Roche, le dio quince promesas para los que rezaran el Santo Rosario
en su honor, todos los días[1].
Le dijo así la Virgen a Alan de la Roche:
1. Aquellos
que recen con enorme fe el Rosario recibirán gracias especiales.
2. Prometo
mi protección y las gracias más grandes a aquellos que recen el Rosario.
3. El
Rosario es un arma poderosa para no ir al infierno: destruye los vicios,
disminuye los pecados y nos defiende de las herejías.
4. Se
otorgará la virtud y las buenas obras abundarán, se otorgará la piedad de Dios
para las almas, rescatará a los corazones de la gente de su amor terrenal y
vanidades, y los elevará en su deseo por las cosas eternas. Las mismas almas se
santificarán por este medio.
5. El
alma que se encomiende a mí en el Rosario no perecerá.
6. Quien
rece el Rosario devotamente, y lleve los misterios como testimonio de vida no
conocerá la desdicha. Dios no lo castigará en su justicia, no tendrá una muerte
violenta, y si es justo, permanecerá en la gracia de Dios, y tendrá la
recompensa de la vida eterna.
7. Aquel
que sea verdadero devoto del Rosario no perecerá sin los Sagrados Sacramentos.
8. Aquellos
que recen con mucha fe el Santo Rosario en vida y en la hora de su muerte
encontrarán la luz de Dios y la plenitud de su gracia, en la hora de la muerte
participarán en el paraíso por los méritos de los Santos.
9. Libraré
del purgatorio a a quienes recen el Rosario devotamente.
10. Los niños devotos al Rosario merecerán un alto
grado de Gloria en el cielo.
11. Obtendrán todo lo que me pidan mediante el
Rosario.
12. Aquellos que propaguen mi Rosario serán
asistidos por mí en sus necesidades.
13. Mi hijo me ha concedido que todo aquel que se
encomiende a mí al rezar el Rosario tendrá como intercesores a toda la corte
celestial en vida y a la hora de la muerte.
14. Son mis niños aquellos que recitan el Rosario,
y hermanos y hermanas de mi único hijo, Jesús Cristo.
15. La devoción a mi Rosario es una gran señal de
profecía.
Además de estas promesas, podemos decir que el que reza el
Rosario se beneficia por lo siguiente: a través del Santo Rosario, contemplamos
los misterios de la vida de Jesús y de la Virgen y, por el Rosario, la Virgen
nos concede la gracia de participar de esos misterios y de concedernos las
gracias correspondientes a cada misterio –por ejemplo, en la Encarnación, la
pureza del alma y del cuerpo necesarias para recibir a Jesús Sacramentado-,
además de obrar misteriosamente en nuestros corazones, para configurar nuestros
corazones a los Sagrados Corazones de Jesús y María, por lo que si rezamos el
Rosario todos los días, al final de nuestra vida terrena nuestros corazones
serán uno solo con los Sagrados Corazones de Jesús y María y así
permaneceremos, en la eterna alegría del Reino de los cielos. No hay motivo
alguno, entonces, para no rezar el Santo Rosario todos los días, tanto
personalmente, como en familia.
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