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sábado, 18 de septiembre de 2021

Nuestra Señora de la Merced

 



         El origen de esta advocación de la Virgen –que hace alusión a la misericordia de Dios para con sus hijos, que nos ha dejado en la persona de la Virgen María una Madre celestial que es también Mediadora de todas las gracias, intercediendo por nosotros para recibir de Dios su misericordia- se encuentra en el siglo XIII, cuando la Virgen se le apareció a San Pedro Nolasco para darle ánimos y fuerzas celestiales en la tarea de liberar a los cristianos cautivos de los musulmanes[1]. En esa época los musulmanes atacaban a los pueblos europeos de la costa del Mediterráneo y se llevaban prisioneros a los cristianos, en calidad de esclavos y muchos cristianos, al ser sometidos a una brutal esclavitud por parte del Islam, perdían la fe, al pensar que Dios los había abandonado. Por esta razón San Pedro Nolasco, que en ese entonces era un comerciante establecido en Barcelona, España, al ver esta situación, empezó a usar su propio patrimonio para liberar a los cristianos cautivos. Así, Nolasco “compraba” esclavos o los intercambiaba por mercancías y cuando se quedó sin recursos, formó grupos de ayuda y asistencia para pedir limosna, y así financiar expediciones para negociar la “redención” de prisioneros, aunque también estos recursos se hicieron insuficientes. De esta manera, Nolasco se descubre impotente para lograr su cometido y pide a Dios intensamente que le provea la ayuda necesaria y es en respuesta a sus ruegos que la Virgen se le aparece y le pide que funde una congregación para redimir cautivos. Nolasco le preguntó: “¡Oh Virgen María, Madre de Gracia, Madre de Misericordia! ¿Quién podrá creer que tú me mandas?”. Y María respondió diciendo: “No dudes en nada, porque es voluntad de Dios que se funde una orden de ese tipo en honor mío; será una orden cuyos hermanos y profesos, a imitación de mi hijo, Jesucristo, estarán puestos para ruina y redención de muchos en Israel, es decir, entre los cristianos, y serán signo de contradicción para muchos”.

Entonces, San Pedro Nolasco, animado por la Virgen de la Merced, organiza el grupo inicial de lo que sería la “Orden Real y Militar de Nuestra Señora de la Merced y la Redención de los Cautivos”, más conocidos como Mercedarios[2]. A partir de entonces los Mercedarios, aparte de los votos de pobreza, castidad y obediencia, hacían un cuarto voto, en el que se comprometían a dedicar su vida a liberar esclavos, y, si fuese necesario, quedarse en lugar de algún cautivo en peligro de perder la fe, o por el que no hubiera dinero suficiente para lograr su liberación y es así que muchos de ellos entregaron la vida a cambio de la vida de los cristianos que habían sido esclavizados por los musulmanes, encomendándose a la “Merced” de Nuestra Madre.

En nuestros días, innumerables cristianos son esclavos, si no de los musulmanes, sí de nuevas formas de esclavitud, como el ocultismo, la Nueva Era, el alcoholismo, la drogadicción, el materialismo, las supersticiones, el ateísmo, el inmanentismo, las sectas, las ideologías anticristianas como el comunismo, el feminismo abortista, la eugenesia y muchísimos males más y todos estos cristianos, al igual que en el tiempo de San Pedro Nolasco, necesitan ser liberados de estas esclavitudes espirituales y para poder liberarnos, debemos implorar el auxilio y la asistencia de la Redentora de cautivos y Corredentora de la humanidad, Nuestra Señora de la Merced.

 



[2] La fundación de la Orden data del 10 de agosto de 1218 en Barcelona, España. Luego, el Papa Gregorio IX dispuso nombrar a San Pedro Nolasco como Superior General. Años más tarde, en 1265, la advocación a la “Virgen de la Merced” fue aprobada por la Santa Sede. Luego, en 1696, el Papa Inocencio XII fijó el día 24 de septiembre como la fecha en la que se debe celebrar su fiesta. La Orden de los Mercedarios se ha encargado de difundir la devoción a Nuestra Madre bajo dicha advocación, extendiéndose por todo el mundo a lo largo de los siglos, incluida Hispanoamérica.

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