¿Por qué la Iglesia celebra
una fiesta (litúrgica) en el día del nacimiento de la Virgen? Porque para la
Iglesia –y, por extensión, para la humanidad toda- la Virgen es la creatura más
excelsa jamás creada por Dios. Después de su Hijo Jesucristo, que es Dios Hijo
encarnado y por lo tanto, la Santidad Increada en sí misma, le sigue en santidad
la Santísima Virgen María. La Virgen supera en santidad a los ángeles más
poderosos y a los santos más santos, cuanto el cielo supera a la tierra en
altura, y más todavía, porque la Virgen no solo fue concebida sin la mancha del
pecado original, sino que fue concebida Inhabitada por el Espíritu Santo y por
eso su Corazón es un Corazón Inmaculado y por eso Ella es llamada también la
Inmaculada Concepción. No hubo antes ni habrá después una creatura tan excelsa
y tan majestuosa como la Virgen, porque Ella fue creada así, sin mancha de
pecado y Llena del Espíritu Santo, porque estaba destinada a ser la Madre de
Dios. Debido a que Dios es Tres Veces Santo y es la Santidad Increada, llegado
el momento en el que la Segunda Persona debía encarnarse para salvar a la
humanidad, no podía encarnarse en ninguna creatura humana, puesto que todas,
desde Adán y Eva, estaban manchadas por el pecado original. Por este motivo,
Dios Trino decidió, desde toda la eternidad, crear para sí mismo una creatura
que fuera exclusiva para Él; una creatura en la que Él pudiera gozarse y
alegrarse; una creatura tan llena de gracia y tan pura, que mereciera ser Hija
predilecta de Dios Padre, Madre de Dios Hijo y Esposa de Dios Espíritu Santo.
Ahora bien, la Iglesia se alegra porque esta creatura tan excelsa, la Virgen
María, no solo estaba destinada a ser la Madre de Dios, sino también la Madre
de la Iglesia –nacida del Costado traspasado de Jesús en el Calvario- y la
Madre del Cuerpo Místico de Jesús, es decir, la Madre adoptiva y espiritual de
los hijos de Dios, los hijos nacidos a la vida de la gracia por medio del
Bautismo. La Virgen es Madre de la Iglesia porque dio a luz virginalmente en
Belén a la Cabeza de la Iglesia, Jesucristo, y porque dio a luz, también
virginal y milagrosamente, al Cuerpo Místico de la Iglesia, los bautizados, en
el Calvario. Y esta Madre amorosa, que participó místicamente de la Pasión de
su Hijo y por eso mereció la corona de la gloria al ser Asunta en cuerpo y alma
a los cielos, nos acompaña también a nosotros por el Via Crucis que es esta
vida terrena, haciéndonos participar de la Pasión de su Hijo por el amor, la
gracia y la fe, de manera tal que, al término de nuestra vida terrena, seamos
considerados merecedores de la gloria divina y así adorar al Cordero, junto con
Ella, por toda la eternidad. Por todos estos motivos, la Iglesia celebra y
exulta de gozo en la Natividad de la Virgen María.
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