El
día 25 de septiembre de 1983 la Virgen se aparece a Gladys Quiroga de Motta, en
su habitación, mientras rezaba el rosario. La Virgen estaba vestida de azul,
tenía el Niño en brazos y un rosario en la mano. La Santísima Madre hizo un
gesto, como para darle el rosario a Gladys. El obispo de San Nicolás, Monseñor
Domingo Salvador Castagna, lejos de tomar distancia de ese fenómeno vital que
ocurre en su diócesis lo acepta, lo guía y lo nutre, sin dejar de lado la
prudencia y el discernimiento. De manera ejemplar alienta a los peregrinos que
desde el primer momento comienzan a afluir a San Nicolás. Las procesiones se
suceden todos los meses el día 25, siendo la más importante y numerosa el 25 de
septiembre de cada año, en recuerdo del día de la primera aparición. El 25 de
septiembre de 1986 el obispo coloca la piedra fundamental del actual Santuario.
El Campito de la Virgen que se halla junto al Santuario se ha transformado en
un lugar de procesiones, vía crucis y de confesiones, particularmente en días
de mayor concurrencia.
Algunos
de los mensajes de la Virgen, como por ejemplo, el del 11 de febrero, día de
Nuestra Señora de Lourdes, en 1989, le piden a Gladys oración, ayuno,
penitencia y conversión: “Ayer en Lourdes, hoy aquí. Siempre la Madre en busca
de sus hijos. Oración, ayuno, penitencia y sobre todo conversión espera de
ellos. Las almas se salvarán si se asoman al Señor, si admiten al Señor. Falta
la paz en muchas almas. Busque el alma la paz y hallará a Dios”.
En
otro mensaje, bendice a Nuestra Patria Argentina, por ser el lugar elegido por
Dios para esta maravillosa manifestación mariana: “Bendito el momento que el
Señor eligió a este pueblo, y bendito porque lo eligió para que yo tenga mi
gran Casa, que será de paz y sosiego. Lugar donde acunaré a millares de hijos
que vendrán en busca de amor. Asistiré a los enfermos, a los caídos, a todo
hijo perteneciente a la gran familia de Dios, porque mi misión es atender al
rebaño del Señor. Gloria a Dios”. Dios ha elegido a Argentina para que sea
católica, y nada podrá detener este designio divino: “Nada podrá devorar la
llama del amor que el Señor ha encendido en tu pueblo. Nada podrá oscurecer la
luz del Señor”.
El
templo de Dios es un lugar sagrado, en donde el alma se une a Jesús crucificado
y cuando el alma se acerca a Jesús en la cruz, es cuando la Virgen actúa: “Es
en el Santuario donde María, Madre de Cristo, espera a los hijos heredados
desde la Cruz. Es en el Santuario que María obra en las almas, para bien de las
almas. Mis amados hijos ya lo veis, delante de vosotros estoy. Mientras unos
habitan en su propia desolación, otros habitarán en la casa de la Madre del
Salvador”. “Aquí está el Templo, para el pueblo de Dios. Aquí se arraigará
profundamente el amor a Cristo y a María”. Mi Casa será morada para los que se
consideran hijos de Dios. Alegraos ya que desde aquí os bendeciré” (…) Hija, el
Templo es protección de Dios para sus hijos. Se acude allí para rendir culto al
Señor, para pedir por la salud física y un espíritu firme cimentado en la fe (…)
El Templo es protección de Dios para el alma que habita en la tierra y aspira
al cielo”.
La
Virgen desea sanar nuestras almas de la enfermedad del materialismo, para que
seamos capaces de descubrir y amar a su Hijo Jesús: “Quiero sanar a mis hijos
de esa enfermedad que es el materialismo y que muchos padecen, quiero ayudarlos
a descubrir a Cristo, a amar a Cristo y decirles que Cristo prevalece por sobre
todo”.
Hay
que hacer caso de los mensajes, para que no pase lo que en otras partes del
mundo: “En todos los lugares del mundo donde han sido dado mis mensajes
parecería que se predicó en cementerios. No hubo la respuesta que quiere el
Señor”.
Hoy
el demonio actúa con toda su ferocidad, porque sabe que le queda poco tiempo: “El
demonio actúa ferozmente, no os asombréis. Ataca sin compasión envolviendo todo
lo que pueda tocar. Orad mis hijos, que la oración fortalece. Sois llamados por
Jesucristo para orar (…) El príncipe del mal vierte hoy su veneno con todas las
fuerzas, porque ve que está concluyendo su triste reinado. Es poco lo que le
queda, su fin está cerca”.
El
rezo del Santo Rosario es el arma invencible dada por Dios a sus hijos, para
triunfar sobre el Demonio y para entrar en el Corazón Inmaculado de María: “El
Santo Rosario es el arma a la cual le teme el enemigo. Es también el refugio de
los que buscan alivio a sus pesares, y es la puerta para entrar en mi Corazón.
Gloria al Señor por la luz que da al mundo”. Dios escucha el rezo del Rosario
como si fuera dicho por la misma Virgen María: “Hija mía, en estos momentos hay
extrema necesidad de oración. El Santo Rosario será escuchado en este día por
el Señor como si fuera mi voz”.
Nunca
debemos dejar de lado la oración, ya que por ella llegamos a Dios y vencemos al
enemigo: “La oración es un pedido mío y está dirigido a todos los pueblos. La
oración debe nacer de un corazón dispuesto, debe también ser frecuente y hecha
con amor. Jamás sea dejada de lado, ya que la Madre quiere que por ella lleguen
los hijos a Dios y con el cual logra vencer al enemigo”.
Debemos
adorar la Eucaristía, porque en ella está Jesús, vivo y glorioso: “Jesús
Eucaristía es cuerpo vivo y verdadero. Adoradlo y amadlo”.
Por
último, la Segunda Venida de Jesucristo en la gloria, “es inminente”, y para
esa Llegada es que debemos estar preparados, con el alma en gracia, con el
corazón amando a Dios y al prójimo, y con la oración continua: “La venida del
Señor es inminente, y como dicen las Escrituras nadie sabe el día ni la hora,
pero será; y ciertamente para esa hora debe el alma del cristiano prepararse.
Hasta las piedras sabrán de Él”.
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