La
hermosa imagen de Nuestra Señora del Valle de Catamarca representa a la Virgen
en el misterio de su Concepción Inmaculada y se encuentra de pie, con la media
luna bajo sus plantas y las manos juntas ante el pecho, en posición de oración,
al tiempo que mira sonriente hacia el cielo[1]. Es
una imagen que ha concedido numerosos milagros, siendo, el primero de todos, su
misma aparición, inexplicable. A partir de su aparición milagrosa, Nuestra
Señora del Valle ha continuado concediendo una innumerable cantidad de milagros,
algunos de cuales los analizaremos, para reflexionar acerca de su sentido
espiritual.
El milagro del jarro:
sucedió que un hombre, que estaba a punto de morir, se encomendó a Nuestra
Señora del Valle y le rogó por su vida, prometiéndole peregrinar a su Santuario
si sanaba. Al poco tiempo recuperó milagrosamente su salud, al punto de poder
realizar sus labores de agricultor, como cuando estaba sano, por lo que decidió
cumplir su promesa a la Virgen, así que comenzó su largo viaje a Catamarca por
las extensas salinas, montado en un burro. Sin embargo, el hombre no había calculado
bien el tiempo que le llevaría atravesar las salinas, por lo que, en un momento
determinado, tanto él como su burro, estuvieron en un peligro cierto de perder
la vida por deshidratación. En ese momento, se encomendó nuevamente a la Virgen
del Valle y, según el relato de este peregrino, apenas terminó de encomendarse
por segunda vez, apareció de la nada un jarro plateado, del cual manaba
abundante agua, cristalina y fresca, con lo cual tanto él como su burro
pudieron saciar la sed y continuar a salvo el camino: “…de un jarro plateado
que apareció repentinamente en el camino, salía mucho agua, como si fuera una
fuente que fluye del corazón de la tierra, para que podamos ambos satisfacer
nuestra sed”. Paralelamente a este milagro que sucedía en el desierto, en el
santuario de la Virgen había desaparecido, inexplicablemente, un jarro
plateado. Al llegar a la Iglesia, el peregrino le relató al sacerdote cómo la
Virgen lo había salvado por dos veces de morir, luego de lo cual extrajo de su
bolso el jarro plateado que había aparecido en el desierto, que era a su vez el
mismo que había desaparecido misteriosamente del santuario. Este jarro es el
que se conoce actualmente como “El Jarro Milagroso” o el “Jarro de la Virgen”, aunque
también los sacramentos, por ellos viene la gracia santificante, que salva.
Sentido espiritual del
milagro: la Virgen del Valle salva al hombre de dos muertes, luego de que
éste la invocara dos veces, estando en peligro de muerte. Esto significa, por
un lado, que la Virgen es una Madre amorosa que cuidad de cada hijo suyo y que
cuando sus hijos la invocan, nunca deja de escuchar y atender sus súplicas. Otro
significado es que, al ser la Mediadora de todas las gracias, salva ante todo
de la segunda muerte o condenación eterna, concediendo las gracias necesarias,
en el momento de la muerte, para que el alma devota alcance la contrición
perfecta, es decir, el arrepentimiento perfecto de sus pecados, que es
salvífico. El hecho de estar el hombre a punto de morir en el desierto,
significa el alma que muere en el desierto de la vida sin Dios, es decir, el
pecado mortal, mientras que el sol candente del desierto, que quita la vida,
representa al Demonio; el agua a su vez, cristalina y fresca y que le impide
morir, es símbolo de la gracia santificante que, llegando al alma por el
Sacramento de la Penitencia, revive el alma muerta por el pecado mortal,
dándole la gracia, que lo hace participar de la vida divina. La peregrinación
al santuario y el hecho de que el jarro de plata sea del santuario, simboliza
la peregrinación del hombre en esta vida hacia la Jerusalén celestial, en donde
está la Fuente Increada de la Vida, el Cordero de Dios, Cristo Jesús.
Resucita a un niño:
A Don Ignacio Moreno Gordillo, conocido y respetado vecino de Santa Cruz, le
falleció un hijo, por lo que decidió cargar con su cuerpo, junto a otros
familiares, para depositarlo a los pies de la Virgen, prometiéndole a la Virgen
que si lo regresaba a la vida, consagrarían al niño a su exclusivo servicio
como sacerdote y capellán del Santuario. Sucedió que, una vez depositado el
cuerpecito ya rígido del niño a los pies de la Portentosa Imagen, el niño
comenzó a respirar y a moverse, volviendo a la vida después de muerto.
Sentido espiritual del milagro:
es también una representación de lo que sucede en el alma cuando, muerta a la
vida de Dios por el pecado mortal, acude a los pies del sacerdote para confesar
sus pecados, volviendo a la vida de la gracia y de la fe, por medio de la
absolución.
Devuelve la vista a un ciego:
luego de que el Presbítero Dr. Pedro Ignacio Acuña quedara ciego a causa de una
enfermedad, el cura del santuario, junto con otros sacerdotes, deciden llevar
en procesión la imagen de la Virgen a la casa del enfermo. Una vez llegada la
imagen, el sacerdote, postrado de rodillas, oró en silencio un corto tiempo, y
después habló en voz alta a la Virgen, pidiéndole recobrar la vista si es que esa
era la voluntad de Dios y si no, que le concediera la fuerza espiritual y la resignación
para sobrellevar cristianamente su ceguera. Según narran los testigos, todavía no
había terminado de hablar cuando comenzó a distinguir, poco a poco, la imagen
de la Virgen, hasta recuperar por completo la vista.
Sentido espiritual del milagro:
la ceguera es símbolo de falta de fe y de una vida sin Dios, puesto que Dios es
Luz Increada y nos ilumina con la luz de su gracia en esta vida, y con la luz
de su gloria en la Bienaventuranza. En este sentido, el recuperar la vista, es
decir, el poder ver la luz, representa al alma que recibe el don de la fe y
así, con los ojos del alma iluminados por la fe, puede contemplar los misterios
sobrenaturales del Hombre-Dios Jesucristo. El hecho de que la imagen de la
Virgen sea lo primero que ve, es para significar la condición de María como
Mediadora de todas las gracias y que, por lo tanto, quien desea contemplar la
luz, que es Cristo, debe encomendarse a su Madre, la Virgen.
Exterminio de plagas:
En el año 1764 se desencadenó una plaga de gusanos de tal magnitud, que ya se
daban por perdidas todas las cosechas de algodón. Los campesinos decidieron
ofrecer una Misa a la Virgen, el 25 de Marzo de ese año, para pedirle el
exterminio de las plagas y la salvación de sus cosechas. Al día siguiente, no
solo habían desaparecido los gusanos, sino que los algodonales estaban verdes,
lozanos, frondosos, sin ninguna planta marchita, como si nunca hubieran sido
afectados por los gusanos. Un milagro similar ocurrió pocos años después, esta
vez, con una plaga de langostas: los vecinos ofrecieron una Misa de rogativas a
Nuestra Señora suplicándole su intercesión, comprobándose luego que la temible
manga de langostas había levantado vuelo hacia el sur.
Sentido espiritual del milagro:
las plagas, tanto de gusanos como de langostas, son símbolos de una plaga
espiritual, mucho más devastadora para el alma, y es la plaga del pecado, que
arruina el alma, marchitándola y dejándola muerta, como una planta seca y sin
vida. La desaparición de la plaga representa el don de la gracia, que hace que
el alma no solo quede sin pecado, sino que, inmaculada, sin mancha, comience a
vivir una nueva vida, la vida de los hijos de Dios.
Milagro Eucarístico:
el Sr. Roque Navarreta llegó a un punto de su enfermedad, en que la única
alternativa que le habían dado los médicos era someterse a diálisis día por
medio con urgencia. Roque decide ir “cerca de la Virgencita del Valle, porque
sé que Ella me va a sanar”. Participa de la Santa Misa con su hermano que ya
que había pedido por la salud de Roque en las intenciones de las misas
anteriores. Luego de la consagración, el sacerdote realizó la genuflexión establecida
en el Misal, sucediendo entonces que la Hostia consagrada comenzó a elevarse de
la patena, hasta colocarse en posición vertical, como si una mano invisible lo
sostuviese, se estabilizó a la altura del hombro de una persona y se dirigió
hacia el corredor central, llegó hasta la tercera o cuarta fila, giró, se dirigió
hacia dónde estaba Roque por atrás de él, pasó por su costado y luego descendió
hasta su pie derecho. En ese momento, Roque sintió que lo tocaron. A pesar de
que la Forma había sido partida en el momento de la consagración, los
asistentes la vieron completa mientras se desplazaba por el aire. El sacerdote
recogió la Eucaristía y, terminada la misa, acercaron a Roque al sacerdote,
quien lo bendijo en modo especial, ya que sabía que se trataba de la persona
por quien se pedía en misas anteriores. Ese martes de octubre se retiraron los
análisis, y el médico pudo constatar la total curación de Roque.
Sentido espiritual del
milagro: así como la Virgen no deja de escuchar ninguno de nuestros ruegos,
así Jesús no deja de escuchar ninguno de los pedidos que la Virgen le hace por
nosotros. Y muchas veces, para darle contento a su Madre, Él mismo hace el
milagro en Persona, como en este caso.
Con toda probabilidad, a nosotros no nos ocurrirán estos milagros sensibles, visibles, que pueden ser captados por los sentidos, pero no por eso debemos pensar que la Virgen no escucha nuestros pedidos: no hay un solo pedido, hecho con fe y amor a la Virgen, que Ella no deje de escucharlo y también de atenderlo, y si bien, con toda seguridad, no sucederá en el tiempo y la forma que nosotros lo deseamos, la Virgen, en algún momento, nos responderá, porque es una Madre amorosa que ama a sus hijos pródigos, nosotros, con el mismo amor de Dios, el Espíritu Santo.
Con toda probabilidad, a nosotros no nos ocurrirán estos milagros sensibles, visibles, que pueden ser captados por los sentidos, pero no por eso debemos pensar que la Virgen no escucha nuestros pedidos: no hay un solo pedido, hecho con fe y amor a la Virgen, que Ella no deje de escucharlo y también de atenderlo, y si bien, con toda seguridad, no sucederá en el tiempo y la forma que nosotros lo deseamos, la Virgen, en algún momento, nos responderá, porque es una Madre amorosa que ama a sus hijos pródigos, nosotros, con el mismo amor de Dios, el Espíritu Santo.