(Ciclo C - 2013)
“El
Espíritu Santo te cubrirá con su sombra (…) Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 26-38). El Ángel Gabriel le
anuncia a María Virgen una noticia de Dios Trino: el Amor divino, el Espíritu
Santo, “la cubrirá con su sombra”, es decir, llevará del seno del Padre, a su
seno, a Dios Hijo, para que se encarne y luego, naciendo milagrosamente en
Belén, Casa de Pan, se done a sí mismo como Pan de Vida eterna.
María
Santísima, que ha sido creada por Dios en Inmaculada y Llena de gracia,
precisamente para este momento, da su “Fiat”, su “Sí” a la Voluntad divina,
permitiendo de esta manera que se ponga en marcha el plan de salvación para
toda la humanidad.
La
escena y el contenido del anuncio del Ángel a María y la respuesta afirmativa
libre de María permitiendo que se cumpla en Ella la Voluntad salvífica de Dios,
constituye a la Virgen María como el Portal de eternidad, mediante el cual
Dios ingresa en el mundo. Con su Inmaculado Corazón y con su “Fiat”, María es
la Puerta que desde la tierra se abre al cielo para que ingrese a los hombres
el Dios Invisible a quien Ella, oficiando de Madre de Dios, revestirá con su
carne y su sangre, como hace toda madre con su hijo, para volverlo visible. En
un admirable intercambio, Ella le aporta de su naturaleza humana, para que el
Verbo de Dios, Espíritu Puro e Invisible, posea un Cuerpo y sea visible, de
modo de poder ofrecerlo en el Santo Sacrificio de la Cruz; a su vez Él, Dios
Hijo, le comunica de su divinidad por anticipado, en vistas a su admirable
triunfo y resurrección después de la muerte en Cruz, y le concede la gracia de
ser Inmaculada y Llena de gracia, para que en su seno virgen pueda alojarse,
por nueve meses, Aquél cuyo Ser trinitario es Inmaculado es la Gracia Increada
misma. Gracias al “Fiat” de María, se cumple por Cristo Cabeza el plan divino
de salvación, porque a la Anunciación del Ángel le sigue la Encarnación del
Verbo, y a su Encarnación le sigue su Pasión, Muerte y Resurrección.
Pero
el “Fiat” de María a la Anunciación de la Voluntad de Dios por parte del Ángel,
encierra otra admirable realidad salvífica, además de la Encarnación del Verbo;
esta admirable realidad salvífica, de la cual la Virgen es su Celestial
Precursora y a la vez maravilloso anticipo, es la realidad de la Santa Misa:
así como el Ángel anuncia a María que el Verbo de Dios se habrá de encarnar en
su seno virgen por obra del Amor de Dios, el Espíritu Santo, así el sacerdote
ministerial, representado en el ángel, anuncia a la Iglesia, por las palabras
de la consagración, que el Verbo de Dios encarnado prolongará su encarnación en
su seno virgen, el altar eucarístico, por obra del Amor de Dios, el Espíritu
Santo; así como la Virgen dio de su naturaleza humana al Hijo eterno del Padre,
permitiendo que, al ser revestido, fuera visible y, luego de nacer en Belén,
Casa de Pan, tuviera un Cuerpo para ofrecer en el altar de la Cruz y así
donarse como Pan de Vida eterna, así también la Iglesia da, a través de la
naturaleza humana del sacerdote ministerial, las palabras de la consagración,
por medio de las cuales el Hijo eterno del Padre, con su Cuerpo resucitado, se
reviste de las apariencias de pan, para ser visible como Eucaristía y, luego de
nacer en el Nuevo Belén, el altar eucarístico, tenga un Cuerpo sacramentado
para ofrecer en el Altar del sacrificio y así donarse como Pan de Vida eterna,
Pan que alimentará con la vida misma de Dios a quien lo reciba con fe y con
amor en la Eucaristía.
Pero
el “Fiat” de María a la Anunciación de la Voluntad de Dios por parte del Ángel,
encierra otra admirable realidad salvífica, además de la Encarnación del Verbo
y de la Santa Misa; su “Fiat” encierra y anticipa el “Fiat” que habrían de
repetir, en su imitación y a lo largo de la historia, miles y miles de hijos
suyos adoptivos, que al igual que Ella, recibirían por el poder de la gracia
del Espíritu Santo, la iluminación en sus mentes y en sus corazones para
recibir al Verbo de Dios, en sus mentes por la aceptación de la primero, y en
sus corazones por la recepción de su Cuerpo sacramentado, la Eucaristía después;
a lo largo de la historia, los hijos de María recibirían al Pan de Vida eterna
por la gracia y por la comunión eucarística, en sus mentes y en sus corazones, y
revistiendo al Verbo con sus palabras, lo darían a conocer al mundo por medio
de las obras del Amor, las obras de misericordia.
“El
Espíritu Santo te cubrirá con su sombra (…) Hágase en mí según tu palabra”. El “Fiat”
de María, su “Sí” a la Voluntad de Dios, inaugura para los hombres una
maravillosa Nueva Era, la Era de la Presencia de Dios entre los hombres, la Era
de la Presencia de Cristo Eucaristía, Dios eterno, en su Iglesia, la Era de los
hijos adoptivos de Dios, que habrían de iluminar al mundo con el Amor de Cristo
convertido en obras de misericordia.
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