Porque quería que su Hijo, al venir a esta tierra para
salvarnos, no extrañase el cielo eterno, que es su seno de Padre eterno, en
donde vivía feliz en inmensos e infinitos mares de felicidades, de alegrías
y ternuras, y para eso creó a la Virgen Inmaculada,
para que su seno virginal fuera como otro cielo, en la tierra, en donde
encontrara todas las felicidades y los mares inmensos e infinitos de felicidades,
de alegrías y ternuras, las mismas que recibía de Dios Padre. Dios creó a la
Virgen para que Dios Hijo, al encarnarse, al bajar del cielo eterno que es su
seno de Dios Padre, a esta tierra, encontrara otro cielo en la tierra, el seno
de la Virgen Madre, tan lleno de dulzuras y de amores celestiales como el de
Dios Padre. Y para eso creó Dios Trino a
la Virgen Madre, para que su seno maternal fuera en la tierra como el seno del
Padre era en el cielo,
Porque quería que su Hijo, al encarnarse y bajar a este
valle de lágrimas, no sintiera a menos la falta del Amor del Padre, Amor en el
que Él vivía desde que fue engendrado desde la eternidad de eternidades; Dios
quería que Dios Hijo, al venir a esta tierra, encontrara el mismo Amor con el
cual Él como Padre lo amaba como Hijo desde siempre, y para eso creó a la
Virgen, Llena del Espíritu Santo, llena del mismo Amor divino con el cual el
Padre lo amaba desde siempre, en los cielos sempiternos; Dios Trino creó a la
Virgen, para que Dios Hijo, al venir a este mundo, lleno de creaturas humanas
frías e indiferentes, o distraídas por amores pasajeros y superficiales,
encontrara una Creatura Perfectísima que lo amara con Amor perfectísimo, sin
mezcla alguna de amores mundanos, profanos, superficiales o pasajeros, y por
eso María, la Madre de Dios, es la Llena del Amor de Dios, la Llena del Espíritu
Santo.
Debido
a que el Ser trinitario es Inmaculado, purísimo, perfectísimo, sin la más
pequeñísima y ligerísima sombra de imperfección, creó a la Virgen Inmaculada, purísima,
perfectísima, sin la más pequeñísima sombra de imperfección, para que cuando
Dios Hijo se encarnara, y viniera a este lugar lleno de imperfección, no notara
la diferencia, entre el seno purísimo del Padre, del cual procedía desde la
eternidad, y el seno purísimo de la Virgen Madre, en el cual comenzó a existir
en cuanto Hombre perfecto en el tiempo.
Dios
Trino creó a la Virgen Inmaculada, para que Dios Hijo, al venir a este mundo,
sumergido en las tinieblas de la ignorancia, del pecado y del mal, encontrara
un seno luminoso, iluminado con la luz eterna del Padre, la misma luz en la
cual Él vivía desde la eternidad en el Padre, una luz que no es inerte sino que
es Vida y da Vida eterna, porque brota del Ser Trinitario que es luminoso, y
así la creó a la Virgen, en quien no hay sombra alguna de mal, de error, de
impureza, de pecado, de ignorancia, sino que en Ella brilla la misma luz eterna
con la que el Padre iluminaba al Hijo, y el Hijo al Padre, la luz que es el
Espíritu Santo.
Para
eso creó Dios Trino a la Virgen Inmaculada.
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