“Hijo,
no tienen vino; no tienen fe” (Jn 2,
1-11). La intervención de María Santísima en las bodas de Caná logra arrancar
un milagro a Jesús, a pesar de su reticencia inicial, y esto demuestra su poder
intercesor, sin límites, frente a su Hijo Jesús. A pesar de que Jesús no quiere
hacer el milagro e intenta incluso desentenderse de la situación de los
esposos, argumentando que “su hora no ha llegado todavía”, la Virgen María
consigue que Jesús obre un maravilloso milagro a favor de los cónyuges,
convirtiendo el agua en vino.
Este
milagro nos hace ver el inmenso poder intercesor de María Santísima no solo
frente a Jesús, sino ante la Santísima Trinidad, porque la reticencia de Jesús
se debía a que no había llegado “su hora”, es decir, la hora decretada por el
Padre, y el hecho que realice el milagro a pesar de no ser su hora, da cuenta
de que es toda la Santísima Trinidad, en pleno, que se ha rendido ante la
amorosa intercesión de María Virgen.
Pero
la intervención de la Virgen tiene otro significado, también sobrenatural, además de demostrar su condición de Omnipotencia Suplicante: las
tinajas vacías son símbolo de los corazones humanos vacíos de la fe en Cristo
Dios, y el vacío significa la vida sin esa fe, una vida carente de sentido, sin
horizonte de eternidad, sin siquiera vislumbrar el destino de eterna felicidad
al cual llama a cada hombre Cristo Jesús. Por el contrario, las tinajas con
vino simbolizan a las almas humanas con fe viva y activa en Cristo Dios;
simboliza a las almas que, por su fe en Jesús como Redentor, les otorga sentido
de eternidad a sus vidas, elevándolas desde la horizontalidad de la vida
humana, a la verticalidad de la vida divina. Un corazón sin fe es como una de
las tinajas vacías de las bodas de Caná: de igual manera a como una tinaja vacía
no alegra la fiesta, porque nada tiene para ofrecer, de la misma manera el
hombre sin fe nada bueno, alegre o bueno puede aportar a la humanidad, y de la
misma manera a como la tinaja con vino alegra la fiesta, así también el hombre
con fe alegra a la humanidad con las obras de misericordia que hablan de la
alegría del Reino de los cielos, y estos son los santos.
Por
lo tanto, la expresión de la Virgen: “No tienen vino”, se refiere también a la
carencia de fe, y puede quedar así: “Hijo, no tienen fe”. Y así como Jesús,
obedeciendo al amoroso pedido de su Madre, aún cuando no quiere hacer el
milagro, lo hace de todas maneras, así también, si la Virgen intercede por
nosotros, pidiendo el aumento de nuestra fe en su Hijo Jesús, Jesús mismo nos
la dará, aún cuando considere que no la
merecemos, a causa de nuestra negligencia en obrar el bien.
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