La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, impresa milagrosamente
en la tilma o poncho de Juan Diego, es un milagro en sí misma, por su impresión
sobrenatural, pero a su vez, dentro de sí, dentro de este milagro, contiene
otros milagros, es decir, posee milagros dentro del milagro.
Un milagro es la tilma, un hábito similar al poncho hecho
de fibras de cactus; puesto que posee más de quinientos años, la tilma debería
haberse deshecho ya hace mucho tiempo, pero en vez de eso, se conserva fresca y
totalmente sana, como si hubiera sido hecha en la actualidad y no hace
quinientos años. Además, es prácticamente imposible pintar nada en la tilma y
mucho más cuanto que en la tilma no se ha hecho ninguna preparación previa para
que se pueda pintar algo sobre ella.
Los colores de la imagen no existen en la tierra; en los
años setenta, los científicos determinaron que no había pinceladas de ningún
tipo en la imagen, como sí las hay en cualquier imagen producida por el hombre.
Además de no haber ninguna pincelada, se determinó que la imagen fue impresa de
una sola vez y no realizada por partes, como hacen los pintores humanos con sus
obras pictóricas.
La imagen en sí misma se encuentra, literalmente, flotando,
sobre la tilma, en otras palabras, toda la imagen de la Virgen de Guadalupe está
en el aire, sin tocar la superficie de la tilma, lo cual es un hecho inexplicable.
La Virgen están encinta y eso se sabe porque el lazo negro que
utiliza en la cintura, era una costumbre entre los habitantes de México: cuando
la mujer estaba encinta, utilizaba una tela negra alrededor de la cintura,
rematada con un moño, tal como está en la imagen, indicando así que la Virgen lleva
en su seno al Niño Dios por nacer, Nuestro Señor Jesucristo.
La imagen fue analizada por los laboratorios de la
Administración Aeroespacial Estadounidense, conocida por su sigla “NASA”, la
cual concluyó que la imagen de la Virgen es una “imagen viviente”[1], en el sentido de que reacciona
a estímulos externos, como la luz.
En 1979 el Doctor Callahan descubrió que la tilma mantiene
una temperatura constante de 37 grados centígrados, lo mismo que una persona
viva.
El Doctor Carlos Fernández del Castillo, un ginecólogo
mexicano, notó por primera vez una flor de cuatro pétalos sobre el vientre de
María; la flor, para los aztecas, se llama “Nahuí Olín” y era el símbolo del
sol, lo cual concuerda con el contenido del seno de María, quien lleva consigo
al Sol de justicia, Jesucristo, la Luz Eterna del Padre. Para los aztecas,
además del símbolo del sol, la flor era símbolo de plenitud y así es la Virgen,
la Llena de gracia, como también de Jesucristo, quien al ser la Gracia
Increada, es la Plenitud de la Vida divina concedida a los hombres.
El doctor José Tolfman, oftalmólogo peruano, examinó los
ojos de la Virgen con un aumento de 2500 veces y estableció que había hasta
tres individuos, en ambos ojos, en diferentes proporciones, tal como un ojo
humano reflejaría la imagen. En otras palabras, en los ojos de la Virgen se
encuentra, como si fuera una fotografía, el instante en el que Juan Diego
desplegó su tilma -de la cual cayeron las rosas españolas- delante del obispo
Zumárraga. En otras palabras, los ojos de la Virgen reflejan los hechos más significativos
del encuentro de Juan Diego con el Obispo Zumárraga.
La tilma es indestructible, según lo que sucedió en dos oportunidades,
en 1785 y en 1921: en 1785, un trabajador que limpiaba el vidrio, derramó
accidentalmente un poderoso disolvente, ácido nítrico, sobre la imagen: la misa,
junto con la tilma, debería haber sido destruida en el acto por este ácido,
pero no le sucedió absolutamente nada; en 1921 un terrorista anticlerical colocó
veintiún barras de dinamita en un jarrón con rosas, delante de la imagen;
cuando estalló la dinamita, casi todo, desde el altar, hasta el suelo y los ventanales
que estaban a cientos de metros de la imagen, volaron en pedazos y se
destruyeron; sin embargo, la imagen y el vidrio que la recubría permanecieron
intactos, sin sufrir el más mínimo daño.
La
Virgen tiene rasgos que no son, ni europeos puros, ni indígenas puros, sino que
son rasgos mestizos, lo cual confirma que en la tarea evangelizadora y
conquistadora de España, los españoles no solo no cometieron ningún genocidio,
sino que se unieron, sin ningún recelo, con los indígenas del continente americano,
dando lugar al mestizo o criollo, el ser humano resultante de la unión o mezcla
de las razas europeas e indígenas, con lo cual carecen de completo sustento las
acusaciones hacia España y la Iglesia, tanto de haber cometido genocidio, como de
haber cometido racismo. La imagen mestiza de la Virgen de Guadalupe es la
realidad de la América Española: no hay ni europeos puros ni indígenas puros,
sino una total, completa y absoluta mezcla de razas, lo cual no solo es humano
y cristiano, sino que refleja la verdad sobre la Conquista y Evangelización de
España.
[1] La Nasa ha llamado viviente a la
imagen de la Virgen de Guadalupe: https://www.youtube.com/watch?v=exLlEG1nJuc