En un mensaje del 02 de febrero de 2005, la Virgen le
dice así a la vidente: “Sabes, hija mía, muchos son los hijos que me hacen
sufrir por sus malas conductas y sus muchos pecados. Pido a los pecadores: Salid
ya de vuestra ceguera y caminad junto a vuestra Madre Celestial; amadme,
confiaos a Mí y os haré sentir el calor que hoy la Luz está rodeando al
universo todo. El Señor quiere estar en todos los corazones, recibidlo. Las
Glorias sean a Él. Predícalo”.
¿Qué nos quiere decir la Virgen?
Por un lado, nos señala una de las características de los
tiempos en los que estamos viviendo, que es el abandono generalizado de la Ley
de Dios, de sus Mandamientos, por parte de los que deberían ser ejemplo en su
cumplimiento, los católicos. Esto es a lo que se refiere la Virgen cuando dice:
“Muchos son los hijos míos -los bautizados- que me hacen sufrir por sus malas
conductas y sus muchos pecados”. Muchos de los católicos, de los bautizados, no
viven según su condición de hijos de Dios; muchos católicos viven como si no fueran
hijos de Dios, como si no hubieran recibido el Bautismo, como si no hubieran
recibido la Catequesis, porque no viven según los Mandamientos de la Ley de
Dios y los Consejos evangélicos de Jesús, que son como una prolongación de los
Mandamientos y es esto lo que conduce al mal, al pecado, porque no hay una
posición intermedia: o se cumplen los Mandamientos de Dios, o se cumplen los mandamientos
del Demonio, el cual también tiene su iglesia, la Iglesia de Satán y también
tiene sus mandamientos e incluso su biblia, apócrifa y blasfema, obviamente. Cuando
no cumplimos los Mandamientos de Dios, hacemos nuestra propia voluntad, pero
hacer nuestra propia voluntad, en vez de obedecer a Dios y a sus representantes,
es cumplir al mismo tiempo el mandamiento de la Iglesia de Satán, que es: “Haz
lo que quieras”. Y como nuestra voluntad está contaminada por el pecado
original, entonces hacemos el mal, porque estamos inclinados a la concupiscencia,
como consecuencia del pecado original. Por eso Dios nos hace un favor, para
nuestro bien, al darnos sus Mandamientos, porque el cumplimiento de sus
Mandamientos nos libera de nuestra propia voluntad torcida y nos libera también
de ser prisioneros de los mandamientos de Satanás: “Haz lo que quieras”.
Hagamos el propósito de llevar la Cruz de cada día, en el
seguimiento de Nuestro Señor Jesucristo hacia el Calvario, para morir al hombre
viejo, el hombre del pecado y así nacer al hombre nuevo, el hombre que vive
según la gracia de Dios. Como también dice la Virgen, a Él, a su Hijo
Jesucristo, “sean las Glorias”, en el tiempo y en la eternidad. Glorifiquemos a
Nuestro Señor Jesucristo viviendo según sus Mandamientos.