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martes, 28 de mayo de 2019

La Visitación de la Virgen María



         La Virgen, estando ya encinta por obra del Espíritu Santo, al enterarse de que su prima Santa Isabel también está encinta, se dispone a acudir hasta donde vive su prima, para asistirla durante el parto. Para ello, prepara todo lo necesario para el largo viaje y, acompañado por el casto San José, parte en dirección a su prima. De esta manera, la Virgen nos da lección de cómo obrar la misericordia, en este caso, se trata de una obra de misericordia corporal, que es asistir al necesitado. No es que Santa Isabel estuviera enferma, pero sí necesitada de ayuda, pues se trataba de una mujer de edad y afrontar un embarazo en los umbrales de la ancianidad es algo peligroso; por esa razón, la Virgen, sin prestar atención a que Ella misma está embarazada, acude en su ayuda. Así nos da ejemplo de cómo obrar la misericordia. Es decir, no se trata de una mera visita de cortesía, sino de un verdadero auxilio el que la Virgen va a prestar a su prima.
 Sin embargo, en la Visitación de la Virgen hay algo más que un simple ejemplo de cómo ser misericordiosos para con el prójimo más necesitado: en la Visitación de María Santísima a Santa Isabel se producen una serie de hechos sobrenaturales, de los cuales es necesario prestar atención y reflexionar sobre ellos. Ante todo, es necesario recordar que, con la Virgen, va Jesús, el Hijo de Dios, que es todavía un niño por nacer y que Jesús, en cuanto Dios, y también en cuanto hombre, es Espirador del Espíritu Santo junto al Padre. Esto es muy importante tenerlo en cuenta, porque es lo que explica lo que sucede a continuación de la Llegada de la Virgen, tanto en Santa Isabel, como en su niño, Juan el Bautista. Cuando la Virgen llega a la casa de Santa Isabel, esta queda “llena del Espíritu Santo en cuanto oyó la voz de la Virgen”, según relata el mismo Evangelio y, como está llena del Espíritu Santo, saluda a la Virgen no con un saludo coloquial, como el que se da entre parientes que hace tiempo que no se ven, como es este caso. Las palabras de Santa Isabel reflejan que hay algo en ella que le hace ver realidades sobrenaturales, ocultas a la simple vista y a la razón humana. Ante todo, llama a la Virgen “Bendita entre las mujeres”, y esto porque la Virgen es Virgen y Madre al mismo tiempo, porque el Niño en su seno no ha sido concebido por obra humana, sino por obra del Espíritu Santo y por eso es obra de Dios. Este conocimiento le es dado a Santa Isabel por el Espíritu Santo, no por sus razonamientos humanos.
También el Bautista recibe la iluminación del Espíritu Santo: al escuchar la voz de la Virgen, “salta de alegría” en el seno de su madre, porque el Espíritu Santo le revela que el Niño, a quien el Bautista obviamente no ve ni conoce, sabe que es Dios Hijo en Persona. Es por eso que Santa Isabel dice que “el niño saltó de alegría en mi seno”. Conocimiento sobrenatural, alegría sobrenatural por el Hijo de Dios en Santa Isabel y en Juan el Bautista, más el contenido del Magnificat o alabanzas a Dios por sus maravillas que pronuncia la Virgen, son los frutos del Espíritu Santo, productos de su acción durante la Visitación de la Virgen.
Por esta razón, en la Visitación de la Virgen no hay solo un ejemplo de cómo obrar la misericordia: hay también efusión del Espíritu Santo por parte de su Hijo, junto al Padre, incluso desde el seno materno, es decir, como niño por nacer. Es importante tener en cuenta estos hechos, porque cuando la Virgen visita un alma, nunca viene sola, sino que con Ella viene Jesús y, con Jesús, el Espíritu Santo.

lunes, 13 de mayo de 2019

Nuestra Señora de Fátima: existencia del Infierno, peligro del comunismo, rezo del Rosario y adoración eucarística


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          Si quisiéramos resumir en breves palabras el mensaje de Nuestra Señora de Fátima, podríamos decir que se limita a cuatro grandes tópicos: la existencia del Infierno, pues lleva a los Pastorcitos allí; la advertencia del peligro del Comunismo, porque dice que si Rusia no se consagra a su Inmaculado Corazón “esparcirá sus errores por el mundo”, y finalmente, como dando el remedio a estos grandes males, el rezo del Rosario y la adoración eucarística, tal como sucede con las apariciones del ángel de Portugal.
          La existencia del Infierno: en una de las apariciones, la Virgen llevó a los Pastorcitos al Infierno; es decir, no es que la Virgen les contó para asustarlos, que había un Infierno y que allí iban los que se portaban mal: la Virgen los llevó a ellos, de manera personal, y no es que tuvieron una experiencia mística del Infierno, sino que los llevó allí en persona, siendo ellos niños de muy corta edad. Allí los niños pudieron constatar que el Infierno no sólo existe, sino que está ocupado y que caen numerosas almas en él, todos los días, a causa de morir en pecado mortal. Otra revelación relacionada con el Infierno es precisamente la causa por la cual caen las almas: según la Virgen, la mayoría de las almas se condenan por los pecados de la carne. De esta manera, estamos advertidos contra la ideología de género, el feminismo y toda clase de movimiento de liberación sexual, pues si para el hombre puede ser bueno y hasta un derecho el libertinaje sexual, para Dios es un pecado tan grave que merece el Infierno.
          El peligro del Comunismo: el Comunismo, una secta satánica disfrazada de ideología política, ha producido, desde que comenzó, más de ciento veinte millones de muertos a lo largo de todo el mundo. Es una secta diabólica, sedienta de sangre humana, que rinde culto al Estado y al hombre y, en última instancia, a Satanás. No en vano la Virgen advirtió que, si Rusia no se consagraba a su Inmaculado Corazón, “Rusia esparciría sus errores por el mundo”. Rusia no se consagró al Inmaculado Corazón, y sus errores, esparcidos por el mundo -todos los regímenes comunistas- produjeron ciento veinte millones de muertos y sufrimientos inenarrables a la humanidad. Y Rusia, al día de hoy, sigue esparciendo la peste mortífera del Comunismo.
          El rezo del Santo Rosario: uno de los frutos espirituales más grandes de las apariciones de Fátima es el pedido de la Virgen de rezar el Rosario, la oración que más agrada a la Virgen, pues con el Rosario se repasa la vida de Jesús, además de participar en cierto modo de ella y, como si fuera poco, la Virgen actúa, intercediendo y concediendo gracias al alma que reza el Rosario. La Virgen le dijo a los Pastorcitos que la paz vendría al mundo si el mundo rezaba el Rosario: el mundo no lo rezó y así vino la Segunda Guerra  Mundial y, si las cosas siguen así, pronto entraremos en la Tercera Guerra Mundial.
          La Adoración Eucarística: antes de las apariciones de la Virgen, tuvieron lugar las apariciones del Ángel de Portugal, apariciones que tuvieron un fuerte contenido eucarístico, pues el Ángel se les apareció con la Eucaristía y el Cáliz, y además se postró haciendo adoración delante de la Eucaristía, enseñándoles a los niños que Jesús era Dios y estaba en la Eucaristía, además de enseñarles cómo adorar la Eucaristía, junto con unas oraciones.
La Adoración Eucarística, junto con la Santa Misa y el rezo del Santo Rosario, forman parte de la fuerte espiritualidad de las apariciones marianas de Fátima. A esto, se le suma la advertencia acerca de lo que significa el Comunismo, Ateo y Satánico por excelencia. Al recordar a la Virgen en un aniversario más de sus apariciones en Fátima, hagamos el propósito de rezar el Santo Rosario todos los días, de asistir a la Santa Misa también todos los días, de hacer Adoración Eucarística y de oponernos a la religión de Satanás, el Comunismo Ateo.

martes, 7 de mayo de 2019

Nuestra Señora de Luján, Patrona y Dueña de la Argentina



         Todos sabemos, con más o menos detalles, la historia de cómo llegó Nuestra Señora de Luján a nuestra Patria. Era su imagen –junto a la imagen de Nuestra Señora de Sumampa, que luego fue a Santiago del Estero- transportada en una carreta y, al llegar a las inmediaciones del río Luján, se produjo el milagro: mientras el cajón con la imagen estaba en la carreta, no había forma de hacer andar a los bueyes, como si la carreta pesara mil toneladas; sin embargo, cuando bajaban el cajón que transportaba la imagen, los bueyes tiraban la carreta con toda normalidad. Esto fue interpretado como lo que es: un signo del cielo, por el cual la Virgen quería quedarse en nuestro suelo argentino. En efecto, sucedió de esa manera: los que transportaban la imagen la dejaron en el lugar y desde entonces se constituyó en un lugar de peregrinación, en donde se produjeron –y se siguen produciendo- miles y miles de milagros, todos los días y a todas horas. Como muestra de la devoción a la Madre de Dios, los habitantes del lugar y luego el mismo gobierno argentino, erigieron la hermosa basílica de Luján, que custodia la imagen original y a la cual acuden millares de peregrinos de todas las partes del país e incluso de países limítrofes, a rendirle culto y devoción.
         Pero hay algo más: la Virgen vino no sólo para hacernos milagros, sino para quedarse en el corazón de nuestra Patria y de todos los argentinos. De hecho, nuestra enseña nacional lleva los colores celeste y blanco del manto de la Virgen de Luján no por casualidad, sino porque el General Manuel Belgrano, creador de la insignia nacional quiso, en un acto de devoción mariana, honrar a la Virgen y dotar a la bandera de la nueva nación con los colores de su manto. Por esta razón podemos decir los argentinos que nuestra bandera es la más hermosa del mundo, porque lleva los colores celeste y blanco no del cielo y de los cerros nevados, sino del manto de la Inmaculada Virgen de Luján. Por esta razón, cuando besamos el manto, pensamos que besamos nuestra bandera y cuando besamos la bandera, pensamos que besamos el manto de la Virgen de Luján. Por último, la Virgen quiso quedarse para ser la Patrona y Dueña de la Argentina, por eso a Ella le pedimos por nuestra Patria, para que interceda por ella y la libre de sus enemigos, internos y externos; le pedimos que envíe, Ella que es la Reina de los ángeles, al Ángel Custodio de Argentina, para que la proteja de todo mal y le pedimos también que con su manto celeste y blanco cubra nuestra Patria argentina y a todos los argentinos y que coloque, en cada corazón argentino, la semilla de la gracia, Ella que es la Mediadora de toda gracia, para que nuestra Patria toda y cada uno de los argentinos reconozcamos que Ella es la Dueña y Patrona de la Argentina y que su Hijo, Cristo Jesús, es el Rey de nuestros corazones, de nuestra familia y de nuestra Patria Argentina.